‘Porque mi tribu se basaba en la solidaridad’

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Durante muchos años fui cazadora. En mi tribu se repartía la ración de caza de forma equitativa. Cuando no pude ya cazar seguí recibiendo mi ración, porque mi tribu se basaba en la solidaridad.

Un día, un miembro de la tribu, quizás más listo, quizás más fuerte, decidió que parte de la caza le correspondía en propiedad, —esto es mío —dijo—, y los demás le creímos.

Otro día, ese mismo miembro de la tribu, que había acumulado ya múltiples raciones, decidió no salir a cazar, pues ya cazaban otros por él.

Y, más adelante, mientras observaba junto a otros cómo el resto de la tribu cazaba, decidió apostar quiénes de los cazadores sobrevivirían a la jornada, y de este modo empezaron a ganar raciones extras y a acumular grandes cantidades de raciones.

Los cazadores, y el resto de la tribu, sabían que algo no funcionaba bien pero, aunque desiguales, había raciones para todos y todas, y cuando no las hubo se empezó a mirar hacia otro lado.

Ahora, nos quieren hacer creer que no hay caza suficiente, que debemos reducir las porciones de la mayoría para que esos pocos dueños de la caza sigan teniendo, no ya su ración primigenia, sino las ingentes raciones acumuladas que les supone el seguir apostando y obteniendo beneficios ¡qué continúe el mismo juego, con sus mismas reglas!

Eso es lo que dicen los medios de comunicación de los grandes grupos, los políticos, los economistas, los banqueros, el FMI, el Banco Mundial, G20, G8,… Que es bueno que suba la Bolsa, que baje la prima de riesgo, que se venda deuda pública, que se tapen agujeros negros bancarios, que bajen los salarios, que se privatice lo público.  Para que los que obtienen porciones de caza sin cazar sigan incrementándolas, a costa del trabajo de los cazadores y cazadoras, de su salud, de su formación, de su vivienda, de su vida, al fin y al cabo.

Sol Moracho

4 de septiembre de 2012